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La presión en el deporte

La presión es una vivencia que se experimenta normalmente como una sensación de carga y tensión, como una mochila que pesa sobre los hombros de un jugador o equipo.

Es un sentimiento que se puede manifestar de modo psíquico y/o motor.

En lo psíquico, puede ser una sensación angustiosa, como de un obstáculo a vencer, de algo que se le opone y le genera carga. Para la persona, esto puede transformarse en una molestia y ocupar más espacio mental con ideas de preocupación.

Una vez iniciada la competencia, el desarrollo de las aptitudes, de las capacidades propias, la autoobservación ejecutando lo que se propone van ayudando a aflojar.

Si el rendimiento fuera inferior a lo esperado, de ocurrir muchos errores o de andar muy bien el contrincante, la presión puede incrementarse. En el plano motor, la presión se manifiesta en distonías de la activación. Estas circunstancias predisponen a lesiones por distonías neuromusculares, así como a cometer errores durante el juego. Por otra parte, la vivencia de presión tiene que ver con las exigencias que deberán enfrentarse durante la competencia.

Sabemos que en este punto confluyen componentes internos y externos, normalmente presentados como un mix de ambos. El componente interno está fuertemente cargado por factores imaginarios, esto incluye la evaluación del Yo acerca de cómo se sitúa consigo mismo en el desarrollo de las aptitudes correspondientes. Este proceso puede ser realista o no. A su vez, juega la comparación con la performance que va teniendo en relación a la ideal y lo que supone que debería ocupar para la mirada de aquellos otros que para el deportista son significativos como opinadores.

Para todo esto, el juego (el partido) en desarrollo tienen un efecto “real” que contrasta con lo imaginario. Lo mismo pasa con la “experiencia”, el haber transcurrido muchos partidos ayuda a conocer “cómo manejar” las presiones del partido. Por eso, en los deportes grupales los jugadores más experimentados hacen de buffer o amortiguador de la presión para los más jóvenes e inexpertos. Esta función la carga también el entrenador y su equipo, quien resulta depositario de las ansiedades que se despiertan y posibilitan aliviar y descargar en ellos la exigencia y responsabilidad (presión).

Cuando se espera demasiado de un jugador o equipo, se le carga presión o exigencia, lo que puede tener efecto inhibitorio sobre el mismo. En la cancha, quien imponga su táctica, quien domina el juego, le pasará la presión al rival (si es que no lo apabulla).

La presión es una obligación/exigencia a cumplir ó, incumplida es un plus. Quien se siente más o menos hecho por lo que va realizando, afloja la presión y se fija en otras cosas.

Entre otros factores que inciden destacamos la prensa, cuya visión  crítica o elogio al desempeño de los jugadores pueden generar influencias en uno u otro sentido.

Desde ya, esto dependerá de cómo es vivenciado por los receptores. La hinchada también es otro factor importante, a través de su aliento o apoyo sirve de resguardo y compañía, logrando que muchos jugadores se suelten y liberen. Para otros, por el contrario con esto mismo se sienten más obligados o exigidos, particularmente cuando son locales, con su propio público, situación que puede acrecentarse si se despiertan cánticos o episodios de hostilidad.

Un campeonato mundial supone la cumbre de la gloria y la ilusión para cualquier jugador y el nivel de expectativa que genera es enorme. Ya no es el jugador sólo con su capacidad sino que sienten la delegación o carga de expectativa de toda una nación.

Es de suponer que quienes participan ahí ya tienen un fogueo previo en sus clubes o en selecciones juveniles (en el caso de Messi, ya tiene en su haber un mundial juvenil, un campeonato de España y una Champions). Posiblemente las situaciones grupales, con jugadores más experimentados, con cuerpos técnicos atentos a las cuestiones de índole psicológica o afectiva, permitan compartir y aliviar mucho la sensación de presión.

En definitiva, es bueno que un jugador disfrute y se beneficie por su aptitud y dotes deportivas. El endiosamiento y la idealización suelen venir de afuera y propiciar sensaciones de omnipotencia (puedo tener todo lo que quiero, puedo conseguir lo que se me da la gana, no tengo límites ). Aquí hay que discriminar el ideal que se le pone o se le carga, y que el jugador pueda creérsela o no. Desde ya que el counseling psicológico es sumamente útil particularmente en la prevención de los desajustes que puedan ocurrir.


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