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Lo deportivo como encrucijada Social de nuestro tiempo

Desde la Asociación Psicoanalítica Argentina, intentamos sostener y alimentar una presencia creciente en todos los niveles del ámbito deportivo y social partiendo desde lo institucional  hacia la comunidad. En el trabajo preventivo grupal e individual con los jugadores, grupos de padres, grupos de entrenadores. Nuestra posibilidad de entender estos procesos e intentar contener, esclarecer y modificar los problemas enmascarados detrás de estas situaciones nos hace generar propuestas diversas en el abordaje de dichos cuadros.

Venimos desarrollando nuestra reflexión y praxis psicoanalítica en el ámbito del deporte, observando la muy estrecha imbricación que éste posee con los modos de la cultura y sociedad en los que está inserto. Podemos ver, ya desde su génesis, que el deporte nace como transacción cultural.

El espacio de recreación de la libertad de moratoria psíquica que se configura está marcado por la ruptura con los cánones de la vida cotidiana. Esta ruptura reconoce por un lado el permiso para liberar las pulsiones agresivas, si bien de modo sublimado, pulsiones que la cultura coarta y reprime. Ello ocurre fundamentalmente a través del elemento agonístico de la competencia de la lucha con los puños, con los pies ó con una raqueta y donde en última instancia se juega el eliminar/matar/ganarle al contrincante.

El otro espacio de ruptura está dado por la evasión de la realidad cotidiana por el meterse en ese otro espacio donde se está jugando, donde lo que ocurre no tiene más trascendencia que el entretenimiento o la descarga de la cabeza en otra cosa y en otro lugar. La cultura delimita ese espacio con códigos y reglas del juego que delimitan lo permitido y lo prohibido pero que posibilitan ocuparlo.

Esa mayor laxitud con la realidad y con la liberación pulsional van a propiciar áreas de encuentro y socialización durante y después del juego/partido: el famoso 3er tiempo. Parte de ese ideario fue tomado por muchas instituciones a principios del siglo pasado, perdurando algunos así hasta nuestra época, llamados clubes sociales y deportivos.

Ambas funciones aparecen así aunadas siendo el momento de la competencia la única porción del tiempo de encuentro y reunión. El resto queda destinado a la reunión familiar, a la creación de vínculos con vecinos y/o amigos y extendiéndose incluso a otros fines culturales o artísticos promovidos por las personas o instituciones.

Con la difusión masiva del deporte y la aparición de la alta competencia fueron surgiendo otras problemáticas. Hubo un cambio ideológico y en los ideales individuales y sociales que atravesaron lo deportivo. Las suculentas sumas de dinero destinadas a los gladiadores del deporte, el negocio y el deporte espectáculo, el reconocimiento social y la incidencia de la mass media en ese juego de negocio llevaron a que el predominio de lo lúdico y la evasión se fueran trastocando en hipercompetencia e hiperrealismo/ resultadismo.

Todo vale para ganar. Solo vale ganar. Se hace rico y famoso el que gana. Muchas familias seducidas por este moderno canto de sirena se anotaron y con ellos a sus hijos, en una carrera a la que muy pocos han tenido cuerda para llegar hasta el final. Estas situaciones, han traído consecuencias en la salud de los grupos de población. Una de ellas ha sido la patología de la sobreadaptación que observamos en muchos jóvenes, otra el dimorfismo de los vínculos parento filiales y las migraciones con escasa preparación y secuelas (desadaptación social desarraigo patología psíquica además de la baja performance deportiva).

Las lesiones han conformado asimismo otro extenso capítulo de estudio en tanto las poco estudiadas causales psíquicas así como las vivencias traumáticas post-lesión nos permite buscar palabras y nexos significativos a lo presentado como traumatológico. Las resultantes que observamos provocan estados que podríamos denominar alienantes ya sea a nivel del sujeto individual, familiar, grupal o institucional.

Las metas propuestas de éxito, salvación económica, figuración social son terreno fértil para que aniden y se exacerban patologías del narcisismo e ideales devenidos de ideologías que provocan efectos psíquicos traumáticos.

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